Jacobo se distrae con turismo mientras la ciudad se hunde en problemas reales
Mientras la ciudadanía de Piedras Negras enfrenta a diario fallas en los servicios básicos, calles destrozadas, escasez de agua y una creciente sensación de inseguridad, el alcalde Jacobo Rodríguez prefiere centrar sus esfuerzos en gestiones turísticas que, por ahora, suenan más a discurso que a solución concreta.
Esta semana, el edil sostuvo una reunión en la Ciudad de México con el director general del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), Sebastián Ramírez, con el supuesto objetivo de posicionar a Piedras Negras como un polo de desarrollo turístico y económico en la frontera norte. Dicha reunión fue posible gracias a la intervención del diputado federal Antonio Attolini Murra, quien una vez más intenta justificar su presencia en el Congreso con gestiones mediáticas que poco o nada resuelven para los coahuilenses.
El legislador, más conocido por sus declaraciones polémicas y su protagonismo en redes sociales, ha brillado por su ausencia cuando se trata de impulsar iniciativas reales que beneficien a la región. Desde su curul, poco o nada ha hecho por traducir las necesidades urgentes de municipios como Piedras Negras en soluciones legislativas o recursos tangibles. En lugar de dar resultados, Attolini opta por acompañar reuniones que se quedan en promesas.
Por su parte, Jacobo Rodríguez insiste en proyectar estrategias turísticas desde oficinas capitalinas, mientras los problemas más urgentes siguen sin resolverse: SIMAS continúa fallando con cortes constantes de agua, las luminarias vandalizadas dejan a colonias enteras en penumbra y el mantenimiento urbano es casi inexistente. Los ciudadanos ya no ven con buenos ojos estas reuniones que parecen más escaparates políticos que gestiones efectivas.
En lugar de concentrarse en mejorar las condiciones básicas de vida de los nigropetenses, el alcalde apuesta por colocar a la ciudad en el «mapa turístico», cuando ni siquiera ha podido garantizar servicios públicos eficientes. La crítica es clara: no se puede hablar de turismo cuando la ciudad ni siquiera puede ofrecer condiciones dignas para sus propios habitantes, y menos aún si quienes deberían defenderla desde la Cámara de Diputados se limitan a posar para la foto.
