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Deja Covid-19 rezago histórico en educación

Las infancias experimentaron déficits de aprendizaje durante la pandemia de Covid-19 que equivalieron al aprendizaje y habilidades de un tercio de año escolar, de acuerdo con un análisis global. Dichas pérdidas no se han recuperado, más de dos años después.

Los retrasos y regresiones fueron más severos en países en vías de desarrollo y en estudiantes de bajo nivel socioeconómico, dijeron investigadores, empeorando desigualdades existentes y amenazando con seguir a niñas y niños a niveles educativos superiores y al mundo laboral.

El análisis, publicado el lunes en el diario Nature Human Behavior y realizado con datos de 15 países, proporcionó el más comprensible recuento a la fecha de las dificultades académicas forjadas por la pandemia.

Los descubrimientos sugieren que los desafíos del aprendizaje remoto, combinado con otros factores estresantes que plagaron a infantes y familias a lo largo de la pandemia, no fueron rectificados cuando las escuelas reabrieron sus puertas.

«Para recuperar lo que perdimos, tenemos que hacer más que sólo volver a la normalidad», dijo Bastian Betthäuser, investigador en el Centro para la Investigación en Desigualdades Sociales en Science Po, París, y coautor del reporte. Urgió a oficiales en todo el mundo a proveer intensos programas de verano e iniciativas de tutorías concentradas en los estudiantes con menor nivel económico, que sufrieron mayor rezago.

Thomas Kane, director de facultad del Centro para la Investigación de Políticas Educativas en Harvard, que ha estudiado las interrupciones escolares en Estados Unidos, revisó el análisis global y dijo que sin una intervención inmediata y agresiva, «el rezago educativo será el legado más duradero e inequitativo dejado por la pandemia».

Antes del Covid-19, crisis como la del terremoto de 2005 en Kashir, el brote de ébola de 2014 en el oeste de África, y las largas huelgas de maestros en Argentina, probaron que el absentismo escolar a largo plazo puede tener efectos duraderos.

Ninguna se compara con el alcance del Covid-19: alrededor de 1.6 billones de niños y niñas en todo el mundo perdieron un tiempo considerable en las aulas durante el pico de la pandemia, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés).

Para cuantificar el impacto, investigadores combinaron los hallazgos de 42 estudios diferentes, publicados entre marzo del 2020 y agosto del 2022, abarcando países de medianos y altos ingresos en América, Europa y el sur de África.

Los déficits educativos globales fueron equivalentes a cerca del 35% de un año escolar y se mantuvieron «increíblemente estables» en los años que siguieron, dijo Betthäuser, ya que los estudiantes dejaron de perder terreno adicional, pero fallaron en recuperarse.

Los rezagos fueron peores en matemáticas que en lectura, apuntó Betthäuser, posiblemente porque la primera disciplina requiere una mayor instrucción formal, y porque la comprensión lectora generalmente mejora con el desarrollo cerebral del crecimiento infantil.

Los datos mostraron que los estudiantes de los niveles socioeconómicos más bajos concentran la mayor carga, probablemente porque se enfrentaron a espacios ruidosos de estudio, mala conexión de internet y turbulencia económica.

El Doctor Damon Korb, un pediatra especializado en el desarrollo y la conducta, fundador del Centro para Mentes en Desarrollo, dijo no estar sorprendido de descubrir que los déficits de aprendizaje fueron consistentes a través de los grados.

Agregó, que muchos infantes jóvenes que ha tratado, lucharon por reintegrarse a las aulas con rapidez porque necesitaron reaprender habilidades de socialización básicas. Por otro lado, adolescentes volvieron a las escuelas con desórdenes de ansiedad «más allá de cualquier cosa vista en mi carrera».

Korb espera ver más investigaciones granulares que cuantifiquen los retrasos en aprendizajes únicos, como estudiantes con desórdenes de atención o autismo, que estuvieron atrapados detrás de las pantallas de sus computadoras y no pudieron recibir apoyos.

Las carencias fueron más pronunciadas en países de ingreso medio como Brasil, México y Sudáfrica que en los de mayor ingreso como Australia. Suecia, que en su mayoría evito los cierres de escuelas, no mostró déficits significativos en el desempeño académico. A Dinamarca también le fue bien.

En este país, se cerraron escuelas, pero Betthäuser argumentó que quizá la robusta estructura de asistencia social sirvió como amortiguador de los factores estresantes que jugaron partido en otros lugares.

Los investigadores excluyeron países de bajos ingresos económicos del análisis, diciendo que faltaban datos suficientes. Betthäuser sospecha que las pérdidas podrían ser peores en dichos lugares e hizo un llamado para profundizar la investigación.

En Estados Unidos, un estudio mostró que el alumno promedio de la educación primaria o media perdió el equivalente a medio año de aprendizaje en matemáticas, y el 6% de los estudiantes estaban en distritos que perdieron más de un año completo.

Los resultados de la prueba de matemáticas estandarizada en 2022, comparados con 2019, mostraron la caída más grande registrada en tres décadas, desde la primera aplicación de esta.

Los descubrimientos desafiaron las percepciones de muchos padres. Casi la mitad dijeron en encuestas de 2022 que no creían que sus hijos e hijas sufrieron pérdidas en sus logros durante la pandemia. Sólo el 9% expresaron preocupación acerca de si los infantes podrían ponerse al corriente.

Otra revisión de resultados de pruebas de 2.1 millones de estudiantes en Estados Unidos resaltó los impactos de la disparidad económica.

Estudiantes en escuelas en comunidades con altos niveles de pobreza pasaron más del ciclo escolar 2020-21 aprendiendo de manera remota que aquellos en centros educativos de comunidades con mayor riqueza económica. Los estudiantes en escuelas pobres experimentaron declives mayores en el desempeño de forma remota.

«Atribuir estos déficits enteramente a los cierres de las escuelas sería no ver muchos mecanismos en juego aquí», dijo Sean Reardon, un profesor de la pobreza e inequidad en la educación en la Universidad de Stanford. Los estudiantes más desaventajados se enfrentaron numerosas distracciones, ya que sus padres perdieron sus empleos y otros del sector esencial se infectaron a velocidades aceleradas.

Los analistas encontraron que, incluso en distritos que fueron remotos por la mayor parte del ciclo 2020-21, las escuelas más pobres perdieron el doble del progreso que las más ricas dentro de los mismos distritos.

«La habilidad de un infante de aprender y la de un maestro de enseñar están moldeadas por tantos factores más allá de que estén físicamente en el edificio», dijo Reardon.

«Si todos se hubieran atrasado de forma equitativa, al mismo tiempo, presumiblemente no afectaría sus oportunidades de entrar a la universidad. Pero cuando las afectaciones son diferenciadas, se podría exacerbar la desigualdad en la adultez para toda una generación. Eso es preocupante a un nivel global».

Con información de The NYT News

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