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Regresan ucranianos a casa; temen por minas sin explotar

En los días posteriores a la retirada rusa de las afueras de Kiev, un conductor llamado Oleg Naumenko abrió la cajuela de un carro abandonado y explotó, matándolo al instante. El auto tenía una trampa explosiva.

La familia de Naumenko y las autoridades locales culparon a los soldados rusos.

«Morí con él en ese momento», dijo su esposa, Valeria, entre sollozos.

A medida que los ucranianos emergen de los sótanos y búnkers hacia las ruinas de sus ciudades, muchos se enfrentan a un nuevo horror: miles de minas y bombas sin explotar dejadas por las tropas rusas en la retirada.

Los residentes y las autoridades dicen que los soldados rusos que partieron han sembrado grandes extensiones del país con minas terrestres y bombas improvisadas, algunas escondidas como trampas explosivas dentro de las casas.

Los explosivos ahora deben ser hallados y neutralizados antes de que los residentes puedan reanudar una aparente vida normal. Algunos fueron colocados en lavadoras, puertas, ventanas de automóviles y otros lugares en los que pueden matar o lastimar a civiles que regresan a sus casas, de acuerdo con los residentes y funcionarios ucranianos. Algunos fueron incluso escondidos debajo de camillas de hospital y cadáveres.

Esta semana, el Presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, llamó a su país «uno de los más contaminados con minas en el mundo» y dijo que las autoridades estaban trabajando para limpiar miles en las áreas de donde las tropas se retiraron en semanas recientes.

Acusó a los soldados rusos de dejar los explosivos a su paso «para matar o mutilar a la mayor cantidad posible de nuestra gente».

Dijo que la táctica es un crimen de guerra y que soldados rusos seguramente siguieron instrucciones de altos funcionarios.

«Sin las órdenes correspondientes no lo habrían hecho», apuntó.

Human Rights Watch y The New York Times han reportado que fuerzas rusas en Ucrania parecen estar utilizando minas terrestres avanzadas en la ciudad de Járkov, en el este del país. Varios funcionarios locales también han dicho que escuadrones antibomba en sus distritos han encontrado artefactos explosivos que fueron dejados en las casas.

Minas antipersonas, diseñadas para matar a personas, están prohibidas por un tratado internacional firmado por casi todos los países del mundo, incluida Ucrania; Rusia y Estados Unidos han rechazado unirse.

La agencia de servicios de emergencia de Ucrania ha desplegado alrededor de 550 especialistas en minas para limpiar las áreas recientemente desocupadas por las fuerzas rusas. Los equipos han estado trabajando para remover alrededor de 6 mil explosivos por día, y desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero, han encontrado más de 54 mil artefactos explosivos, reportó la agencia el martes.

«Dondequiera que los ocupantes pasaran la noche, instalarían trampas de cable», dijo el Ministro del Interior de Ucrania, Denys Monastyrsky, durante una entrevista por televisión el domingo.

«Explosivos han sido hallados debajo de cascos, adheridos en las puertas, en lavadoras y en autos».

La colocación de explosivos en hogares ucranianos no pudo ser verificada de manera independiente.

Naumenko, que fue asesinado el 4 de abril, trabajaba como chofer en el pueblo de Hoholiv, a 64 kilómetros a las afueras de la capital, Kiev. Pero su talento residía en la reparación de automóviles. Luego de que las fuerzas rusas se retiraron de un pueblo cercano, vecinos hallaron un vehículo abandonado y se lo entregaron.

Su esposa se enteró de su muerte al día siguiente en Polonia, a donde había huido con su hijo de 7 años y su madre al inicio de la guerra. Regresó al pueblo tan pronto recibió la noticia.

«Lo que quedó fue el auto, con la puerta aún abierta y un charco de sangre», relató Naumenko, de 28 años, «y un gran vacío».

Su relato fue confirmado a través de fotos y por la Policía regional de Kiev, que difundió un reporte sobre el incidente en su página de Facebook, alertando a los residentes que regresaban de «no tocar objetos y cosas que no hayan sido revisadas previamente por expertos».

Otros funcionarios locales están urgiendo a los residentes a llamar a los servicios de emergencia antes de entrar a su casas.

Los Ejércitos en retirada a menudo entierran minas para detener el avance de las tropas enemigas. Pero especialistas dicen que las fuerzas rusas se han ganado una reputación por trampas explosivas que han colocado para matar y mutilar a los civiles que regresan.

Human Rights Watch ha documentado el uso de minas antipersonas por parte de Rusia en más de 30 países donde las fuerzas de Moscú han estado involucradas, incluidos los conflictos en Siria y Libia. En Palmira, durante la guerra siria, surgieron trampas explosivas después de que los rusos abandonaran la ciudad.

«Dejar pequeños ‘obsequios’ para cuando los civiles regresen, como granadas de mano, trampas de cable, proyectiles sin explotar, placas de presión, es una tradición militar rusa», dijo Mark Hiznay, investigador sénior de armas en Human Rights Watch.

«Lo hemos visto antes y lo veremos otra vez».

Hiznay agregó que poner una mina terrestre en el congelador de alguien es una táctica que no tiene otra utilidad más que aterrorizar a civiles.

Eliminar todas las municiones podría tomar años y posiblemente décadas, añadió.

«La presencia de estos artefactos niega a los civiles su terreno y los obliga a tomar decisiones difíciles: sacar a pastar a las ovejas o arriesgarse a pisar una mina en el pasto», apuntó.

Con información de The NYT News Service

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