Tras exhibida nacional, Jacobo se somete a antidoping en nuevo show mediático
Luego de la polémica que lo colocó en la mira nacional por su reacción hostil ante una pregunta sobre una posible prueba antidoping durante la conferencia matutina del pasado miércoles, el alcalde Jacobo Rodríguez González finalmente decidió someterse al examen, en un movimiento que, más allá de proyectar transparencia, deja la sensación de un acto reactivo y con tintes de show mediático.
La escena previa fue ampliamente difundida en medios como La Jornada, Político MX, Azteca Noticias, El Financiero y Grupo Milenio, además de hacerse tendencia en redes con el hashtag #LordCrico, evidenciando que el modelo de comunicación de las “mañaneras” se ha convertido en un terreno de confrontación más que en un espacio de información ciudadana.
Acompañado por todos los directores de área del municipio, Rodríguez acudió al Laboratorio Zamarrón para realizarse el examen, cuyos resultados —negativos para cocaína, metanfetaminas y marihuana— fueron presentados como un ejercicio de rendición de cuentas. El edil aseguró que la decisión no responde a presiones de sus opositores, sino a su compromiso con un “gobierno honesto y transparente”. Sin embargo, el contexto y el origen del gesto revelan que esta prueba surge como una maniobra para contener el daño de su más reciente crisis de imagen.
En su declaración, Rodríguez insistió en que no permitirá que “una pregunta y una respuesta errónea” dañen su prestigio y anunció que, junto al diputado Antonio Attolini Murra, propondrá en el Congreso del Estado que este tipo de exámenes sean obligatorios para funcionarios municipales. Una propuesta que, si bien podría tener valor institucional, hoy llega en medio de un desgaste político y una opinión pública dividida sobre la pertinencia y oportunidad del acto.
Con esta jugada, el Ayuntamiento intenta reencauzar el discurso de transparencia que se ha visto opacado por constantes polémicas en sus conferencias, las cuales, en vez de consolidar la cercanía con la ciudadanía, han terminado reforzando la imagen de un gobierno reactivo y más preocupado por el control de daños que por la gestión de resultados.
