Un nuevo escándalo rodea a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) tras la falla registrada en la única unidad activa de la termoeléctrica Carbón II, en Nava, Coahuila, que quedó fuera de operación el pasado 6 de junio. El caso ya llegó hasta la Secretaría de Energía (Sener), cuya titular, Luz Elena González Escobar, confirmó que la dependencia investiga lo ocurrido.
De acuerdo con información publicada por El Financiero, el incidente estaría relacionado con el uso forzado de diésel y combustóleo en calderas diseñadas para carbón mineral. El colaborador del diario, Atzayaelh Torres, detalló en su columna “Truenan planta de CFE por mal manejo” que esta práctica había sido advertida con anterioridad en reportes técnicos internos.
Según testimonios de productores y reportes internos citados por el medio, la central adquiría entre 2 y 2.5 millones de litros de diésel por semana, con presuntos sobreprecios de hasta siete pesos por litro. La decisión habría sido instruida por el entonces director interino de CFE Generación IV, José Manuel “Pepe” Robles, con el respaldo de operadores identificados como “Poncho” Becerra y “El Moches” Robles.
El cambio en el esquema de operación afectó directamente a más de 70 mineros, quienes quedaron fuera del suministro debido a que el carbón local fue descartado bajo el argumento de “mala calidad”. En contraste, la central operó con combustibles líquidos de dudosa procedencia.
Además del impacto económico y social, el uso de combustibles alternos también generó un daño ambiental considerable. El Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) estimó que, solo en 2023, la planta emitió más de nueve millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂) y 100 mil toneladas de dióxido de azufre (SO₂), cifras que la colocan entre las instalaciones más contaminantes del país, con una eficiencia operativa de apenas 27 por ciento.
La Auditoría Superior de la Federación (ASF) también ha señalado irregularidades: entre 2020 y 2023 se introdujeron millones de toneladas de carbón sin trazabilidad técnica, lo que refleja la falta de controles en el manejo de combustibles por parte de la CFE.
De acuerdo con El Financiero, el caso de Carbón II expone dos problemas estructurales: la ausencia de mecanismos efectivos para vigilar la adquisición de combustibles y la toma de decisiones operativas bajo criterios políticos, más que técnicos.
Mientras diversos países han transitado hacia esquemas híbridos o ciclos combinados más eficientes y menos contaminantes, México mantiene activos complejos como Carbón II, que operan con modelos obsoletos y altamente contaminantes.
“El colapso del 6 de junio no fue un accidente: fue el resultado de un modelo agotado”, concluyó el columnista Atzayaelh Torres en su análisis publicado por El Financiero.
Con información de El Financiero
