
Kevin Liñán | Piedras Negras, Coah.- El panorama para Constellation Brands ya no es de espuma dorada, sino de claroscuros financieros y de incertidumbre industrial. En lo que va del año, el valor de la compañía ha caído un 35%, una pérdida de más de 10 mil millones de dólares que sacude los cimientos de uno de los consorcios más poderosos del sector de bebidas alcohólicas. Lo que antes se vendía como un modelo de expansión y éxito, hoy se enfrenta a una realidad dura: una empresa desinflada, con pronósticos a la baja y un futuro incierto incluso en sus operaciones más prometedoras, como las que mantiene en Coahuila.
Detrás de los anuncios corporativos y los discursos de optimismo, hay señales de alarma que no pueden ignorarse. Los analistas ya hablan de recortes de personal, reducción en la producción y un panorama operativo que se deteriora rápidamente. En el caso de México —y particularmente Coahuila— la situación adquiere un matiz especial, pues la planta que por años se presumió como símbolo de inversión extranjera y desarrollo, podría enfrentar un frenazo importante ante la desaceleración del consumo y el exceso de capacidad en sus líneas de producción.
El desplome del valor accionario no solo refleja el impacto de un mercado cambiante, sino la pérdida de confianza de los inversionistas. Constellation Brands, dueña de marcas como Corona, Modelo y Robert Mondavi, redujo sus previsiones de beneficio por acción para el año fiscal 2026 de 12,60 a 11,30 dólares. La caída no es menor: sus ingresos podrían disminuir hasta un 11%, y las ventas de su segmento cervecero —el motor de su crecimiento durante años— ya muestran una baja del 2 al 4%, con una expectativa de que los ingresos operativos se desplomen hasta un 9%.
El golpe más severo proviene de su base de consumidores hispanos, quienes históricamente han sostenido las ventas de sus cervezas importadas. Hoy, ante la presión económica y el cambio en las preferencias de consumo, esa fortaleza se está desmoronando. A eso se suma un mercado estadounidense saturado, condiciones climáticas adversas, posibles aranceles sobre el aluminio y un entorno competitivo cada vez más feroz.
En el caso de México, y especialmente en Coahuila, donde Constellation mantiene una presencia estratégica, las señales de debilidad son preocupantes. Si la tendencia continúa, la empresa podría enfrentarse a una sobrecapacidad productiva y verse obligada a reducir operaciones o personal para sostener su rentabilidad. Lo que hace apenas unos años se proyectaba como un pilar de crecimiento regional, ahora luce como una carga pesada para una compañía que ya no crece al ritmo que prometió.
El resto de su portafolio tampoco ofrece alivio. En el negocio del vino, Constellation ha tenido que considerar incluso la venta de su línea de menor gama, una señal inequívoca de que busca desesperadamente concentrarse en productos de mayor margen para sobrevivir a la turbulencia.
Los grandes bancos y firmas financieras han dividido opiniones. Mientras Barclays mantiene una postura optimista con un precio objetivo de 202 dólares, otras como BofA Securities degradaron su calificación a “Underperform”, anticipando una etapa prolongada de debilidad y caída de márgenes.
El mensaje es claro: Constellation Brands ya no es el gigante invulnerable que fue. Su apuesta por las marcas premium y las importaciones mexicanas hoy se enfrenta a un consumidor más volátil, menos leal y con un bolsillo más apretado.
En Coahuila, el espejismo de una inversión eterna comienza a desvanecerse. Los supuestos beneficios de su presencia —empleo, desarrollo y dinamismo económico— se ven opacados por la posibilidad de una desaceleración industrial que podría golpear directamente a la región.
Y aunque los directivos insistan en su fortaleza financiera, los números no mienten: una caída del 35% en su valor y más de 10 mil millones de dólares evaporados no son una mala racha, sino el reflejo de un modelo que ya no sostiene su peso.
Lo que alguna vez fue el emblema del auge cervecero norteamericano y la promesa de desarrollo industrial en Coahuila, hoy luce como un gigante con pies de barro. Constellation Brands enfrenta una tormenta que no solo amenaza sus finanzas, sino también la confianza que sembró en las regiones donde apostó su futuro. Su caída no será inmediata, pero ya comenzó. Y en Coahuila, donde su nombre se pronunció como sinónimo de prosperidad, hoy se repite con una pregunta inevitable: ¿qué queda cuando la espuma se disipa?