
Jacobo Rodríguez, alcalde de Piedras Negras, atraviesa uno de los momentos más complicados de su carrera política. Lo que en un inicio parecía un camino seguro dentro de Morena, hoy se ha convertido en un escenario de incertidumbre, marcado por la falta de respaldo de las principales figuras del partido guinda y por el creciente distanciamiento con actores locales que antes le ofrecían soporte político.
Entre los pasillos de la política estatal, trascendió que el edil ya no cuenta con el apoyo ni de la senadora Cecilia Guadiana ni de su homólogo de la 4T, además de haber roto vínculos con la fracción petista de los Menera Sierra, lo que ha dejado a Rodríguez en una posición cada vez más frágil. Ante este panorama, fuentes cercanas señalan que el alcalde estaría explorando nuevas rutas para asegurar su futuro, y una de ellas es nada menos que el Movimiento Ciudadano.
De acuerdo con versiones internas de su propio círculo, en donde destaca el fallido tesorero, Jorge González, quien ya platicó sobre una reunión en Nuevo León, con operadores cercanos del partido naranja. La intención, dicen, sería negociar directamente una especie de ‘franquicia política’ que le permita asegurar un nuevo espacio de control y proyección en Coahuila, apuntalado por los recursos que ha concentrado durante sus primeros ocho meses de administración.
El rumor cobra más fuerza con la posibilidad de que Anselmo Elizondo, un perfil vinculado a intereses cercanos al edil, pudiera llegar a la gerencia de SIMAS. De confirmarse, no sería solo un movimiento administrativo, sino una señal de que el cambio de camiseta política está más cerca de lo que parece.
La lógica detrás de esta estrategia no es nueva. Movimiento Ciudadano ha crecido en Nuevo León precisamente a través de la cooptación de alcaldes, ofreciéndoles una plataforma alterna para sus proyectos personales. Y si el alcalde de Piedras Negras concreta este viraje, la consecuencia inmediata sería un reacomodo de fuerzas que abriría la puerta al PRI para intentar recuperar el municipio, capitalizando el desgaste político que Jacobo ha acumulado y que se ha acentuado por su estilo de gobierno y las denuncias de nepotismo y opacidad en el manejo de los recursos.
Lo que queda claro es que, en su afán por sostenerse en la escena política, Jacobo Rodríguez parece dispuesto a cambiar de colores como quien cambia de traje. La pregunta que ronda entre ciudadanos y adversarios es si ese salto al naranja será suficiente para salvar su futuro o si, por el contrario, confirmará que en Morena su ciclo político ya llegó a su fin.



